novedades 2017



de Claudia Masin

ISBN: 978-987-38081-8-0
Poesía en prosa
52 pags

Presentación: 18 de junio en Casa Brandon


"Las verdaderas historias están escritas con esa fuerza loca y desmedida de la infancia: para resistir, y antes de ser escritas han pasado por los huesos y por las venas y por cada fibra del organismo de un ser vivo. Esas historias no pueden ser sino lo que son, no son alegorías ni símbolos, no establecen metáforas entre las cosas del mundo, son ellas mismas la metáfora que alguien lee en su propia carne, desprendidas del dolor o del placer o de la furia o del asco, como la cáscara de una herida, como la pequeña capa que la protege insuficientemente y que ha de dejarla expuesta para que pueda curarse al sol, al aire libre, cuando sea el tiempo..."




de Sonia Catela

ISBN: 978-987-38081-9-7
Novela
136 pags



Sonia Catela con su maestría habitual -con una prosa que puntúa de tal modo que los movimientos de los personajes hacen signos en el cuerpo de los lectores - nos entrega un momento de la Historia que, trágica, insiste. Lo que sucede en El barco a fines del siglo 19 es tan actual como singular, único. Sorprendente aquí porque  “las mujeres quieren rehacer Proscurov donde sea que caigamos. Con biblioteca, templos, casas de mala fama, habladurías y odios”. Como caracoles, se desplazan. La autora, que nos señala el horror, no deja de mostrarnos cómo aún en situaciones infrahumanas lo humano tiene cierta pretensión y, por ejemplo,  alguien que llevó uvas comenzará a pisarlas. Otros acompañarán ese hacer y Eros renacerá aunque se esfume.  De cierta manera, se busca “una tierra sin mal”. ¿Podrán estos viajeros-migrantes poner un tope a la repetición queriendo seguir siendo quienes fueron?  Una larga marcha en el vapor Wesser  primero y por tierra después, transcurre a un ritmo en blanco y negro. En este éxodo no se cruza el desierto, se cruza el mar. Sonia Catela –así como en Malos pensamientos,  Dos monos pintados y en sus otros libros-nos lleva con la construcción de El barco de un real a otro. Acaso ¿no somos nosotros el lugar?
Susana Szwarc




de Adela Basch
con fotografías de Silvia Sergi

ISBN: 978-987-38082-0-3
Poesía
56 pags



Ahora, en este instante, yo soy el río.
Fui mujer y varón, una y otra vez lo he sido
durante noches, amaneceres, tardes,
crepúsculos rojizos que todavía arden,
secuencias de sucesión interminable.
Fui multitud de animales, delicados y toscos,
de las variedades que galopan, vuelan y recorren los mares, 
de las que aúllan y saltan, de las que croan y reptan,
de las muy diminutas y de las gigantescas.
Fui musgo, flor, tallo, follaje de incontables ejemplares
de miles de millones de géneros y especies vegetales. 
Guijarro y piedra fui, 
peñasco y greda, arcilla y roca,
y, paciente, me hice arena 
que con las aguas se besa boca a boca
(...)

fotografía Silvia Sergi

En preparación:

Mil Juanas (textos poéticos punk contra el femicidio), de Rosa Machado
Tierra, de Alicia Salinas


El barco, de Sonia Catela



El barco

de Sonia Catela


ISBN: 978-987-38081-9-7
Novela
136 pags








Sonia Catela con su maestría habitual -con una prosa que puntúa de tal modo que los movimientos de los personajes hacen signos en el cuerpo de los lectores- nos entrega un momento de la Historia que, trágica, insiste. Lo que sucede en El barco a fines del siglo 19 es tan actual como singular, único. Sorprendente aquí porque “las mujeres quieren rehacer Proscurov donde sea que caigamos. Con biblioteca, templos, casas de mala fama, habladurías y odios”. Como caracoles, se desplazan. La autora, que nos señala el horror, no deja de mostrarnos cómo aún en situaciones infrahumanas lo humano tiene cierta pretensión y, por ejemplo, alguien que llevó uvas comenzará a pisarlas. Otros acompañarán ese hacer y Eros renacerá aunque se esfume. De cierta manera, se busca “una tierra sin mal”. ¿Podrán estos viajeros-migrantes poner un tope a la repetición queriendo seguir siendo quienes fueron? Una larga marcha en el vapor Wesser primero y por tierra después, transcurre a un ritmo en blanco y negro. En este éxodo no se cruza el desierto, se cruza el mar. Sonia Catela –así como en Malos pensamientos, Dos monos pintados y en sus otros libros-nos lleva con la construcción de El barco de un real a otro. Acaso ¿no somos nosotros el lugar?

Susana Szwarc




Capítulo 1: El Wesser
[fragmentos]

Arrastro un balde maloliente que vaciaré en el mar. Pero un hombre de la tripulación se interpone en el pasillo y me bloquea el paso. 
Su boca escupe sonidos; si los superpusiera a los sonidos con que hablo no coincidiría uno. 
Al retenerme de la muñeca, se me escurre el balde y su inmundicia rebasa y nos ensucia. 
Con espasmos de jolgorio el hombre acerca a mi mentón lo que saca de su morral: un suculento pedazo de carne cocida. 
De marrano. 
Me embadurna livianamente la boca con él. Me frota con el sabor, desconocido. Es un convite. Para animarme, le da un tarascón y hace oscilar la tira asada ante mi hambre. 
Espero frente al tripulante que tapa el corredor y no decide qué hará con mi vacilación; balancea la presa llamando a mis fosas nasales, la apoya sobre mis labios; la refriega. Que me sirva, que mastique, gesticula amable.
Yo no puedo comer esa carne. Mi gente no ingiere esa carne. No debo masticar el animal inmundo.
Él lleva uniforme azul con ribetes. Nos han avisado que debemos obedecer a quienes visten uniformes e insignias. 
Con vocablos incomprensibles, tiernos, me habla. 
No entiendo, digo. 
El hombre tampoco entiende que digo que no entiendo. 
Mordisqueo el bocado; en el pasillo no hay nadie que me vea y me detenga. Desgarro tejidos, trago. 
De lo que acabo de hacer, del fondo del estómago, me suben náuseas. Pero no vomitaré. 
Saboreo lo que acabo de hacer .
(...)

Nosotros oímos las bombas antes de que empezaran a caer. Solamente Tomás no escuchó cómo se desmoronaban –mañana, el mes que viene— sobre casas, puentes, molinos y caminos, sobre almas y carnes. Los que oímos las bombas antes de que empezaran a caer armamos el equipaje: alguna comida, la mayor cantidad de recuerdos y nuestros hijos. 
Me ocupé de no omitir un frasquito con tierra ribereña y una libreta de anotaciones. 
Tonterías, renegó Felipe, tonterías de mujer loca. 
Él embolsó sus libros, la petaca de licor y un paquete lacrado que esconde dentro del sombrero. 
Felipe y yo, y los Zimmermann, Isabelita, sus padres y los otros levantamos la mano para saludar a Tomás en el muelle. En el puerto quedó un traje negro dominguero. A eso se redujo Tomás antes de que pudiera, finalmente, escuchar cómo caían las bombas y se llevaban el pueblo. 
(…)

—No nos encierran en esta bodega —me corrige Felipe—, nos alojan aquí. 
Son las cuatro de la tarde. 
Los Zimmermann cabecean en su jergón. Los Boronovich también. 
(...)

—No puedo ver el árbol donde grabé el nombre de mi querida —y porque el mortero de tantos días y cambios muele nuestras cabezas, a Lucas se le tritura el cómo llamaba a su amor. ¿María? ¿Norma?
Sentado en la escalerilla, el nostalgioso repasa listados.
Tampoco alcanza a representarse su propia mano clavándole letras al árbol.
Escribo una paciente nómina, de Aliusha a Zaira; me ayudan encuestas entre mujeres que roncan cayéndose de las literas, amamantan a niños ávidos o se ajustan el pañuelo en la boca para no tragar el aire de olvido que surca el Wesser y se cuela por los ojos de buey.
Pero Lucas no recupera a su querida leyendo mi lista.
Sentado en el estribo, con una astilla de madera, raspa otros nombres en la mugre del peldaño. Lejanos como la cicatriz en aquel tronco de roble.
Lucas olvida y rebusca.
Pierde a la que empieza en su nombre; éste la comprende, la contiene, cuerpo y amores.

(...)


Sonia Catela es narradora y periodista.
Ha sido Incluida en las antologías: Más allá del umbral. Autoras hispanoamericanas y el oficio de escribir (Ed. Renacimiento, Sevilla, 2006) y El río en catorce cuentos (editorial Ross, 2011).
Como becaria de la provincia de Santa Fe investigó las prohibiciones de textos impuestas en la Argentina durante la dictadura que rigió el país entre 1976-83, material con el que construyó el ensayo Boca cerrada.
En diciembre de 1975 se realizaron en la ciudad donde reside más de cuarenta allanamientos y fue trasladada junto a otras colegas docentes al “Buen pastor” de Santa Fe, donde quedaron detenidas
durante un tiempo solo por su ideología.

Ha recibido numerosos premios y menciones, entre ellos:
Malos pensamientos, (premio Fondo Nacional de las Artes 2010). Ana María Shúa, escribió: “Esta mujer inventó algo. Inventó una nueva y perturbadora manera de contar. (…) Algo en la hechura de estos cuentos los delata como geniales hijos de Catela, y sin embargo, cada uno vuelve a ser inesperado, único. Cuentos breves, extraordinarios, (…) intensos como la vida”
Dos Monos Pintados, (premio Alcides Greca Subsecretaría de Cultura de Santa Fe, 2002)
Oficio de Putas, (mención certamen Secretaría Cultura Nación, 2001)
Estado de seducción, (Premio Clarín de Novela Mención de Honor. Jurado: Roa Bastos, Andrés Rivera y Vlady Konciancich), 1999
Historia privada de Vogelius, (finalista del certamen Planeta, 1994).
La maceta de la planta venenosa, (premio Literario Municipalidad de Rosario, 1997)
Miércoles de tinieblas y naufragios, premio Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe (1991, editada en 1993).
Consejos perversos, premio Ed.EMECE (1992-3)
Concepción todo estupor, (premio Fondo Nacional de las Artes, 1987)

La siesta, de Claudia Masín

ph: Sebastián Miquel

La siesta
de Claudia Masin


ISBN: 978-987-38081-8-0
Poesía en prosa
52 pags


Presentación: 
18 de junio en Casa Brandon
Luis María Drago 236







"Las verdaderas historias están escritas con esa misma fuerza loca y desmedida de la infancia: para resistir, y antes de ser escritas han pasado por los huesos y por las venas y por cada fibra del organismo de un ser vivo. Esas historias no pueden ser sino lo que son, no son alegorías ni símbolos, no establecen metáforas entre las cosas del mundo, son ellas mismas la metáfora que alguien lee en su propia carne, desprendidas del dolor o del placer o de la furia o del asco como la cáscara de una herida, como la pequeña capa que la protege insuficientemente y que ha de dejarla expuesta para que pueda curarse al sol, al aire libre, cuando sea el tiempo."

ph: Sebastián Miquel
"Las siestas transcurren en un verano perpetuo, en ese tiempo desalmado que llena los pueblos del norte de un pavor y una reverencia únicas, como un dios de ocho cabezas que todo lo ve y todo lo condena. El vaho del calor difumina los límites de las cosas y hace que todo parezca indefinido, con bordes vagos, indeciso entre la realidad y la ficción. La casa misma, las paredes que por la noche se sienten tan macizas, se aligeran como una zarza ondeando bajo un viento pegajoso...."



ph: Sebastián Miquel

"Los libros te meten ideas raras en la cabeza, se escuchaba en la casa como una plegaria o -mejor-, un mandamiento dispuesto a extirpar lo desviado antes de que lo desviado se convierta en lo recto, en lo que sostiene el armazón de una personalidad y ya no es tan fácil desmontarlo como a una escenografía vieja.
Yo no podía estar más de acuerdo: eso buscaba en los libros, no la felicidad sino el choque eléctrico que sacude al cuerpo y lo revive, brutal como el que se le da a los que han entrado en la muerte por un instante y hay que traerlos de vuelta. 

Cuando se empieza a hablar se pierde lo que tenemos de piedra. Cuando comenzamos a escribir, se recupera. Y en el medio, durante y después, leemos. Una piedra es la más permeable de las materias, yo lo sé porque las vi, a lo largo del tiempo, convertirse en otra cosa, cambiar sutilmente tragándose la lluvia o el sol en épocas donde ni agua para los animales queda, es decir, llenándose de lo que las rodea, sumando los elementos y las materias a sí mismas de tal manera que no es posible diferenciar dentro de ellas al limo de los efectos del viento, a la arena, la tierra, el barro, las partículas minerales de los insectos que han quedado inmóviles, atrapados en el interior del bloque en que se convierten,  hasta que la erosión las desarticula nuevamente en diminutas piezas que ya no son la piedra pero van a volver a serlo..."


Claudia Masin Nació en Resistencia, Chaco, Argentina, en 1972. Es escritora y psicoanalista. Vive desde 1990 en Buenos Aires. Coordina talleres de escritura. Es docente de la carrera de Artes de la Escritura de la Universidad de las Artes (UNA).
Publicó los libros de poesía: Bizarría (1997), Geología (2001, reeditado en 2011), La vista (editado en España en 2002, reeditado en Argentina en 2012), Abrigo (2007), La plenitud (editado en Argentina en 2010, reeditado en España en 2014), el libro de fotografías y poemas El verano, La cura (2016) y las antologías El secreto (Antología 1997-2007) (2007) y La materia sensible (Antología personal) (2015).
Su libro La vista ha obtenido por unanimidad el Premio Casa de América de España en 2002. Su libro Abrigo ha obtenido una mención del Fondo Nacional de las Artes en 2004.
Textos suyos han sido traducidos al francés, inglés, portugués e italiano. Participó en múltiples antologías de poesía y ensayo, en su país y en el exterior


Rama rama, rama negra, de Adela Basch


Rama, rama, rama negra

 Adela Basch

con fotografías de Silvia Sergi

ISBN: 978-987-38082-0-3
Poesía
56 pags










Río 


Si alguien me preguntara 
aquí, ahora,
en este instante en que estoy recostada
sobre la espalda 
de un río en flor,
si alguien me preguntara qué espero,
mi respuesta sería: nada.
¿Qué es, pero, una respuesta?
¿Qué espero, un saber, una certeza?
Sea lo que fuere, fuere lo que sea,
el mundo es una sola pieza
que no tiene derecho ni revés,
futuro ni pasado.
Lo que ha de ser ya es.
Aquí, donde se disipa toda pena,
en el fluir que todo lo diluye 
junto al murmullo rasante de un poema,
cualquier expectativa huye.
Yo soy también el río que me presta su espalda
para que me recueste
y el río sabe que también él es
esta mujer en flor, frágil y fuerte
que pasa fugaz con un poema
sin saber cuál es el límite preciso
entre las butacas de la platea
y el escenario donde fulgura el hechizo
con que transcurre la marea.



Miro el río y pienso


Decimos el río sube, el río baja
como si entendiéramos algo de la vida.
Pendientes de si el agua baja 
como por pendiente
o si está creciendo 
hacia una creciente.
¿Vendrá un repunte o una bajante?
¿De qué lado cantará quien cante?
El río fluye y refluye
y la marea, marea
mientras hay algo que huye.
Agua va, agua  viene,
el río sube, el río baja.
Y veo la corriente del pensar,
cuando creo que creo
una trama que mueve mi vida.
También veo 

que el hilo del pensar
que siento ajeno
y  no hace más que pasar,
una y otra vez se aja
en imprevistas jugadas
que mi mano no abaraja.
Como el ínfimo despuntar 
de un camalote,
parece ignorar 
de qué viento llegará el azote
o qué nube será 
la que se entreabra
para irradiarnos la luz desconocida
que, como chispa brotada del agua,
nos salpique y nos encienda el alma.







Tanto disfraz


Tantos años de cuidadoso maquillaje,
tanto desvelo en la hechura de un disfraz,
tan acumulado y complejo ropaje,
tan ensayada máscara, tanto antifaz.
Tanto escudo y tanta armadura,
para que de pronto, silencioso, venga el río,
haga añicos de un manotazo la figura
y deje al descubierto mi vacío.





Ahora, en este instante, yo soy el río.
Fui mujer y varón, una y otra vez lo he sido
durante noches, amaneceres, tardes,
crepúsculos rojizos que todavía arden,
secuencias de sucesión interminable.
Fui multitud de animales, delicados y toscos
(...)

Adela Basch nació en Buenos Aires el 23 de noviembre de 1946. Es dramaturga, cuentista, y poeta especializada en literatura para niños y jóvenes, y Profesora en Letras por la U.B.A. Ha publicado un centenar libros en distintas editoriales de Argentina, México y Colombia. Entre ellos podemos mencionar Abran Cancha, que aquí viene don Quijote de La Mancha; En los orígenes, los aborígenes y Juana, la intrépida capitana. Sus textos han sido premiados en numerosas ocasiones. Ha dictado numerosos cursos y talleres en las principales ciudades de Argentina y en España, Venezuela, Bolivia, Cuba, Puerto Rico, Rep. Dominicana, EEUU,  Chile y Alemania. Entre otros, ha recibido el Premio Nacional Latinoamericano La Hormiguita Viajera: “Maestro Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil”  (2015); el Premio Konex   “Diploma al Mérito en Literatura Infantil” (2014); el Premio Trayectoria otorgado por la Asociación de Teatristas Independientes para Niños y Adolescentes (2014) y el Primer Premio de Teatro Infantil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2012).
Hace cuarenta años que disfruta de la generosidad del Delta en el arroyo Rama Negra. 


Silvia Sergi, además de reportera, publicista y docente, es una fotografa porteña que está instalada desde hace mas de una decada en el Delta de Tigre.  
En la actualidad  se dedica a la fotografía testimonial artistica.
Enamorada de la Isla, el eje de su obra es el mundo que habita.
Es autora de: 
Teñidos de Rio (patrimonio cultural del Municipio de Tigre)  
Los Venidos -Delta de Tigre.